Capítulo de hoy: La homeopatía.
Veamos.
Me levanto como todos los días, y medito sobre la ventaja de lavarme los dientes o revisar el correo para ver que magufería ha asaltado al mundo mientras yo dormía.
Me decido por los dientes ya que amén de un problema de aspecto el aliento es importante.
El problema de haberse puesto esta responsabilidad es que cuando uno quiere hacer la vista gorda y dejar pasar el problema se hace imposible.
Y cuando no lo es, siempre hay alguien que viene y dice:
A ver, he estado conversando con un amigo que conoce a un tío que estuvo con una muchacha que tuvo dos sobrinos que nacieron gracias a una medicina homeopática que le recetaron a la hermana porque no podía tener hijos y ya ves, tiene dos hermosos mellizos. Luego: la homeopatía funciona.
No importa el estado de ánimo que tengamos en ese día. Uno debe resolver entre varias opciones.
A saber:
a) Defensa de Bradbury. (Golpe frontal en la nariz).
b) Explicación filosófica de falacia de turno por problemas de lógica simbólica.
c) Explicación química acerca de la imposibilidad de una medicina
homeopática.
A su vez estas opciones varias están matizadas por las posibilidades siguientes:
d) Rasgada de vestiduras. (O sea "¡Por qué a mí!")
e) Matiz humorístico. (Versión seria y razonada de la estupidez planteada)
f) Explicación seria de una estupidez mayúscula. (Versión hilarante).
Generalmente se da el caso que a la persona que se le debe la explicación tiene poco tiempo o nosotros tenemos poco tiempo, en cuyo caso uno intenta básicamente obviar los argumentos de autoridad y explicarle a la persona en cuestión las bases de su creencia.
Esto se consigue mejor aportando alguna serie de preguntas como por ejemplo en este caso:
¿Pero, tienes idea de cual es el planteo central de la homeopatía?
Ante lo que se consiguen las respuestas más insólitas.
Ejemplos:
1) Soy profesor de química. (Venga, ve a devolver el título, ladrón!.)
2) Es un tratamiento en base a hierbas y la fitoterapia es una reconocida disciplina... (Versión no sincera de la respuesta 3)
3) No tengo la más remota idea. (Es un buen principio). (Gracias Sócrates!)
4) Pero claro, es una rama de la medicina. (Defensa de Bradbury.)
Aquí es conveniente remedar a algún ejemplo de paciencia más allá de lo humano aunque uno se sienta como alguien que recibió un laxante potente alejado de un baño.
Así que lo principal será dejar en claro el principio de cómo curar con lo mismo era la base de la homeopatía en un tiempo en que las fiebres eran asociadas con la enfermedad real y no como un síntoma de la misma. Podemos hablar de Hahnemann y explicar que la quinina producía síntomas similares en la persona sana, así que para envidia de Heráclito y la armonía de contrarios
la gente se cura con lo mismo que provoca la enfermedad.
Cuando esto se hace bien, se debe haber logrado algún tipo de atención por parte del preguntón de turno así que es tiempo de plantear nuestra primera disquisición.
Generalmente un buen atajo a tomar viene de la mano de la imposibilidad manifiesta de devolver a la vida a un muerto envenenado por arsénico ofreciéndole más arsénico.
Si esto no surte efecto podemos referirnos a la obra magna de Samuel Hahnemann, el Organon.
Hacer referencia al Homois, "curar con lo mismo" es la afirmación insólita que ya hemos visto pero desarrollada por el mismo Hahnemann.
Este razonamiento nos dice que una sustancia curará una enfermedad si suministrada a una persona sana provoca los mismos síntomas o síntomas muy parecidos a los que produce dicha enfermedad.
El problema aquí es considerar cuales serán las sustancias a tener en cuenta y como en el caso de los ratones muertos por intoxicación de arsénico veremos que no es posible suministrar a los pacientes las mismas sustancias que los enfermaron.
La solución de Hahnemann a este dilema fue muy ingeniosa, desarrolló los infinitesimales de Hahnemann.
Aquí matamos dos pájaros de un tiro, pues suponemos que cuanto mayor sea la disolución más poderoso será el efecto.
A lo largo de la historia la medicina ha tenido cada vez mayor capacidad y efectividad, así que, para el momento en que surgía la homeopatía esta era una practica médica de avanzada.
Bastante inocua en su práctica, poco agresiva si la comparamos con las sanguijuelas y sangrías comunes de la práctica médica de la época, si el mal era menor el porcentaje de curaciones debía ser asombrosamente superior al de la medicina galénica tradicional.
Y sin entrar en disquisiciones holísticas que probablemente no nos dejen más que entrever el problema veamos la diferencia fundamental. La medicina trata el agente o la dolencia, la homeopatía los síntomas.
En este retorno a lo vernáculo, a lo "greenpeace way" y a lo alternativo, chakrátiko y "natural" es que el caldo de cultivo se hace fantásticamente fecundo.
Lo de natural es algo que me causa enorme gracia, sobre todo cuando consideramos que el veneno de algunos moluscos de los mares del sur o el curare son productos perfectamente naturales. Deben ser harto beneficiosos, ¿no?
Aunque aquí hemos llegado al punto que todo buen escéptico teme, la afirmación:
"Mi hijo se curó con tal o cual preparado homeopático".
La principal pega aquí es tratar de hacer entender al preguntón de turno, (que generalmente a menos que uno lo haya atado a la silla ya se debería haber ido), que el efecto placebo puede manifestarse en el padre y no en el hijo que recibe una medicación que no tiene idea que está recibiendo. Vale
para los preparados homeopáticos para animales. (¡Pobres!).
Si uno se encuentra con la FÉ!!! Puede ser hora de abandonar el barco e ir soltando las amarras de los botes salvavidas. Pero... si el interlocutor es aspirante a ser racional, (después de todo él preguntó, no?) tal vez quiera escuchar algo acerca de las disoluciones hahnianas.
En las soluciones hahnianas más comunes deberíamos tener un estanque del tamaño del sistema solar interior para encontrar algunas moléculas del principio activo que desencadenaría los "síntomas" en el paciente sano y que supuestamente curarán al enfermo. Sin entrar en conceptos de MOL o Avogadro, el puro sentido común debería ser suficiente para dirimir estas cuestiones.
Ejemplo: Los remedios homeopáticos se preparan siguiendo disoluciones decimales. Se parte de una cierta cantidad de disolución, se extrae una décima parte y a dicha fracción se le añaden nueve decimos de agua destilada, se agita la nueva mezcla resultante y se repite el proceso varias veces hasta llegar al grado de disolución deseado. Son muy habituales grados de disolución de 1/1.000.000 o 1/10.000.000, y en algunos casos se llega a grados de disolución tan extremos que la probabilidad de encontrar alguna molécula de la supuesta sustancia activa en la preparado final es inferior al 50%. Para los casos en que el principio activo es insoluble en agua se utiliza algún agente como la lactosa con el que se forman glóbulos.
Como dice en la web de Ferrán Tarrasa "esta es prácticamente la composición de los placebos".
Si se ha llegado a este punto tal vez nuestro interlocutor se esté planteando en serio algunas cuestiones que hacen a la duda razonable.
Volvemos a lo de siempre, que tal vez sea lo que hace del escepticismo algo tan divertido, olvidamos, (obviamos en realidad), que la carga de pruebas debe caer sobre el afirmante discutidor.
Nunca lo hacemos...
Mientras sigo pensando en lo impresionante que suenan esos nombres rimbombantes homeopáticos decido soltar las abrazaderas que sostienen al crédulo, colocarle algunas gotas más de colirio en los ojos y soltar los retractores de sus párpados.
Un rato más tarde lo arrojaré del auto en movimiento en la puerta de su casa.
Antes de dormir un pensamiento reconfortante me asalta el cerebro:
"Nada como el método Ludovico para generar escepticismo."
Enviado por escepticismo a las 00:25 | 26 Comentarios | Enlace
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